El coronavirus ha ralentizado la economía española desde todos los puntos de vista. Tanto es así, que uno de los negocios más rentables para los propietarios de inmuebles en España, la vivienda vacacional, ha comenzado a verse en una tesitura que requiere reconversión y adaptación al nuevo panorama económico y social. El alquiler de larga duración vuelve para quedarse, también, durante una buena temporada.
La parada en seco del flujo turístico internacional (un 64% menos solo en marzo, según datos de la encuesta Frontur del Instituto Nacional de Estadística) ha vaciado por completo las habitaciones de los hoteles y, por supuesto, de las viviendas particulares destinadas a ser utilizadas como hospedajes vacacionales a los visitantes esporádicos. A esto hay que sumarle las consecuencias de un confinamiento nacional de varios meses que hemos vivido y que tampoco nos ha permitido el desplazamiento hacia áreas vacacionales.
Un nuevo concepto de alquiler que revolucionó el mercado turístico… hasta ahora
En los últimos años, esta modalidad de negocio habría sustituido progresivamente al alquiler tradicional por largas temporadas, ya que resulta sustancialmente más rentable por ofrecer, al propietario, la posibilidad de obtener más ingresos ante un tráfico más denso de inquilinos en un periodo de tiempo más breve.
Miles de tenedores han adoptado esta forma de negocio como fuente principal de ingresos en muchos casos, eliminando los contratos más largos o combinándolos en detrimento de los intereses del inquilino de larga estancia y contribuyendo a inflación de la burbuja inmobiliaria.
Esta modalidad no ha sido positiva para el resto de la ciudadanía en general, para la que se ha convertido en una verdadera pesadilla la búsqueda de una vivienda de alquiler estable, sobre todo en las áreas de población más densa y de mayor interés turístico.
El uso desmesurado del suelo para su ocupación exprés ha aumentado exponencialmente el precio de las viviendas de uso habitual. Asimismo, la falta de vivienda de obra de nueva en los grandes núcleos de población ha agravado la situación.
Un paso hacia atrás en pro del alquiler de larga duración en España
Y es que a la crisis sanitaria le seguirá la económica; un asunto que preocupa mucho a los españoles: según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), correspondiente al mes de junio de 2020, el principal problema para los españoles es la economía. Según esta misma encuesta, el 65,7% de los españoles no irá de vacaciones este año, lo cual agudizará aún más este parón económico.
Sin embargo, la vivienda sigue siendo una necesidad básica, por lo que su demanda se mantendrá en mayor o menor medida. Se espera (y ya se empieza a apreciar) un aumento progresivo de los contratos de larga duración ante el descenso de afluencia turística, como medio para paliar el impacto económico de la caída en picado del alquiler exprés y el vaciado general.
Los precios podrían ir estabilizándose de nuevo ante la creciente burbuja que azotó al sector inmobiliario tradicional (y que actualmente seguimos percibiendo) desde el surgimiento de esta nueva modalidad de arrendamiento, y también se verán afectadas las tasaciones de inmuebles para su venta, que experimentarán un descenso del precio entre un 10% y un 15%, según el portal Idealista.com.
Se trata de un momento potencialmente favorable para el arrendatario en búsqueda de estabilidad, y también una oportunidad para el arrendador ante el rápido vaciado de los inmuebles debido al parón económico a causa del coronavirus en nuestro país. Si buscas alquiler de larga duración en España, es un buen momento para rastrear los portales de Internet en busca de precios asequibles y contratos estables y duraderos. ()